La palabra Mindfulness es la traducción al inglés del término pali “sati” que implica conciencia, atención y recuerdo. La Atención Plena se define pues, como la habilidad que consiste en centrar la atención de un modo intencional en un objeto, en el momento presente y sin juzgar. Los seres humanos somos, normalmente, poco conscientes de nuestra experiencia momento a momento, actuando normalmente en “piloto automático”, aun así, el estado de Atención Plena es un estado común que todos hemos sentido alguna vez y que todos somos capaces de desarrollar.
El curso se centra en la observación y aceptación de todo lo que llega a la mente, ya sean pensamientos y emociones como sensaciones o sonidos, sin juicios de valor, en lugar de tratar de cambiarlos, desplazarlos fuera de la conciencia o ignorarlos, lo que conduce a un mayor bienestar, felicidad y creatividad.
Así, la práctica de Mindfulness ayuda a:
Reducir el pensamiento repetitivo que da vueltas a una misma idea sin llegar a ninguna conclusión o solución.
Reducir el estrés y la ansiedad.
Aumentar la capacidad de concentrarse en una tarea Reducir la reactividad emocional y el insomnio.
Aumentar el funcionamiento del sistema inmunológico.
Reducir el malestar psicológico, gestionando más eficazmente los pensamientos, las emociones y el dolor, para conseguir una mayor resistencia emocional y psicológica.
Cultivar profundos estados de relajación.
Vivir desde el presente, con mayor plenitud y bienestar.
Todo esto se logra gracias a una serie de explicaciones teóricas y ejercicios prácticos, tales como la atención en la respiración, la meditación estática y caminando, la revisión atenta del cuerpo o Body Scan y la atención en la vida cotidiana, todo ello desde un enfoque de atención al momento presente, apertura a la experiencia, aceptación e intención.
“Atención Plena es mantener viva la consciencia en la realidad presente” Hanh, T.N.
CONTROL EMOCIONAL.
Las emociones son reacciones naturales que nos permiten ponernos en alerta ante determinadas situaciones que implican peligro, amenaza o frustración. Estas emociones se manifiestan en nosotros mediante tres vías: mediante reacciones fisiológicas (incremento de la tasa cardíaca y de la respiración, tensión muscular…), a través de nuestros pensamientos (positivos o negativos) y de nuestros comportamientos (respuestas concretas apropiadas o no para la situación específica). Así, emociones, pensamientos y conductas están íntimamente relacionadas entre ellos. El modo en que manejamos este tipo de formas de comportamiento o pensamientos, está en nuestras manos, para poder cambiar nuestras emociones. No podemos elegir nuestras emociones, pero está en nuestro poder conducir nuestras reacciones emocionales, cambiar nuestros pensamientos y elegir nuestras conductas.
Saber manejar las emociones adecuadamente es fundamental para nuestro bienestar y nuestras relaciones con los demás, ya que las respuestas emocionales inadecuadas generan sensaciones de tristeza, ira, ansiedad o malestar.
Así, por control emocional no entendemos ahogar o reprimir las emociones, sino regular, controlar o modificar estados de ánimo o sentimientos cuando éstos son inconvenientes en una situación dada, o simplemente, nos generan malestar.
Lo que vas a aprender en este curso es a controlar tus emociones en todo momento, en lugar de que tus emociones te controlen a ti. Para ello, en primer lugar, aprenderás a reconocer e identificar dichas emociones, para después poder trabajarlas.
Aprenderás diversas técnicas para trabajar dichas emociones negativas: desde un entrenamiento en respiración y relajación para poder controlarlas, hasta técnicas que implican cambiar la evaluación o interpretación que hacemos de una situación para alterar su significado emocional, bien cambiando lo que pensamos de la situación o lo que pensamos sobre nuestra capacidad para manejarla.
No se trata de reprimir las emociones, sino de identificarlas, reconocerlas y transformarlas en positivas para nuestro beneficio.